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Algunas malformaciones que sufren los peces

Las malformaciones son inherentes a todos los seres vivos.

¿Qué es una malformación?

Es una alteración morfológica congénita que sufren los órganos y los tejidos.

Una vez definido el concepto, partiremos del hecho, de que son defectos anatómicos presentes en individuos puntuales; algunas de ellas comunes y otras esporádicas e incluso inusuales, en ocasiones. Nuestros peces no escapan a ellas.

En los casos más extremos, las malformaciones resultan inconciliables con la vida, por eso no llegamos a visualizarlas, al provocar la muerte precoz de los alevines afectados.

Aunque algunas pudieran ser estimuladas por las derivaciones de algunos medicamentos, la principal causa de su surgimiento son la consanguineidad de los reproductores, los cruzamientos impropios y la descendencia de peces imperfectos.

Aparecen, indistintamente, en diferentes partes del cuerpo: los ojos, la cabeza, el dorso, el pedúnculo caudal, los opérculos y agallas o las aletas.

En el caso de los ojos, pueden encontrarse ejemplares con una diferencia de tamaño entre ambos, o uno más prominente que el otro, incluso, la ausencia de alguno de ellos. Ahora bien, debemos tener en cuenta, que los ojos son lugares muy sensibles a recibir daños, por eso, puede ocurrir que la malformación se haya producido accidentalmente por determinada razón y en ese caso sería una deformación del ojo. En ambos procesos, este defecto no impide que el pez dañado continúe su vida, afectando solo la visión y su aspecto en el sentido estético.

La cabeza y el dorso constituyen zonas donde con frecuencia se aprecian malformaciones, pero, las más graves son aquellas que involucran la boca, porque limitan la capacidad de alimentarse del pez. Generalmente, las demás, solo tienen una importancia estética.

En casos como el ilustrado, la malformación frontal y bucal de esta hembra de M’buna, además de las limitantes citadas, añade su dificultad para recoger sus huevas y posteriormente el proceso de incubación bucal.

Entre las más comunes están las alteraciones de agallas y opérculos. En el caso de las agallas pueden concluir con la muerte del pez al limitar sus capacidades respiratorias, pero, resulta muy habitual la ausencia total o parcial de alguno de los opérculos; con esto el pez puede vivir a plenitud, con el atenuante de que sus branquias estarán desprotegidas y expuestas a lesiones, parásitos, etc.

Indiscutiblemente, la mayoría de las malformaciones, podemos apreciarlas en las aletas. Aquí, la genética tiene donde escoger, por decirlo de algún modo: ausencia total o parcial de alguna de ellas, atrofiamiento o las más insospechadas deformaciones.

Por supuesto que, algunas especies, son mucho más proclives a estas irregularidades en el desarrollo de sus aletas y, una de ellas, es el Carassius auratus auratus, “Goldfish Ornamental”.

La aparición de estas deformidades descritas, pueden ser minimizadas si somos cuidadosos en la selección de los reproductores porque, si bien es cierto que algunas de ellas no son transferidas a la descendencia, la mayoría sí.

Este es un ejemplo que ilustra la posibilidad de que muchas de estas malformaciones sean heredadas de padres a hijos, como evidencia del planteamiento, veamos en la imagen siguiente varios peces de una misma camada con similar deformación, producto de genes defectuosos heredados de alguno de sus progenitores.

A partir de esta selección meticulosa, también resulta importante, depurar las crías, en la medida que van creciendo y podemos visualizar cualquier anomalía. Lo trascendente de este trabajo, es que evita que las malformaciones lleguen al mercado, se comercialicen inescrupulosamente y entonces, se diseminen los genes imperfectos, amplificando la deformidad en nuevas generaciones de peces.

En resumen, el conocimiento de lo planteado en este artículo, unido a la capacidad y el hábito de observación de los peces que reproducimos o a la hora de adquirirlos en el mercado, ayudarán a minimizar su replicación en las poblaciones de peces ornamentales que recibimos u ofertamos.

A veces, algunas malformaciones, son aprovechadas para desarrollar líneas genéticas selectivas que deriven en la obtención de nuevas variedades, como por citar dos ejemplos, las nombradas “Balón” o “Globo” y las “Ranchu”, “Phoenix”, “Celestial” y otras de “Goldfish” carentes de aleta dorsal.

 

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